miércoles, 8 de diciembre de 2010

LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

La contaminación acústica es considerada por la mayoría de la población de las grandes ciudades como un factor medioambiental muy importante.
La contaminación en las pequeñas ciudades es menor pues es una ciudad pequeña y tiene menos actividad industrial.
La contaminación ambiental urbana es una consecuencia directa no deseada de las propias actividades que se desarrollan en las grandes ciudades. Algunos ruidos de la ciudad se encuentran por encima del "Umbral del dolor" (por encima de los 120 dB).

El término contaminación acústica hace referencia al ruido cuando se considera contaminante, es decir, un sonido molesto que puede producir efectos fisiológicos, como la pérdida de audición, y psicológicos, como la irritabilidad exagerada. La principal causa de la contaminación acústica es la actividad humana: el transporte, la construcción de edificios. El ruido se mide en decibelios (dB). Una Organización Mundial de la Salud (OMS), considera los 50 dB como el límite superior deseable.

La contaminación acústica perturba las distintas actividades comunitarias, perturbando el sueño, el descanso y la relajación, impidiendo la concentración y el aprendizaje, y lo que es más grave, creando estados de cansancio y tensión que pueden degenerar enfermedades de tipo nervioso y cardiovascular.

El ruido es un gran problema asociado con los aviones y sobra todo con el vuelo supersónico.
El ruido de los motores de los aviones supersónicos es alto y más agudo que los subsónicos y constituyen una serie molestia para los trabajadores y vecinos de las comunidades próximas a los aeropuertos. Su mayor nivel de ruido se produce cuando la onda de choque originada por un vuelo supersónico impacta el suelo, generando un fragor en forma de explosión. Este efecto
puede romper los cristales de las ventanas de las casas en zonas muy alejadas del avión que los ha causado. Los investigadores y los fabricantes intentan reducir tanto el ruido de los motores como el estampido sónico.
Las discotecas exponen a sus clientes a un nivel de presión sonora alto, cercano al umbral del dolor, que daña al sistema auditivo del ser humano.



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